Entrevista al Dr. Gabriel Puccini
En el laboratorio de Métodos y Simulaciones Computacionales (MySC) de la Facultad Regional Rafaela estamos trabajando con la empresa Agua y Saneamientos Argentinos (AySA) que provee servicio de agua potable y tratamiento de desagües cloacales para la Ciudad de Buenos Aires y a 26 partidos del conurbano bonaerense. También mantenemos una colaboración activa con investigadores argentinos y de otros países. Por ejemplo, estamos trabajando con un investigador de Vitens que es la empresa de suministro de agua más grande de Holanda, y firmamos convenios de colaboración con el Politécnico de Bari, en Italia, que es uno de los centros que lideran la investigación en redes de agua potable. Respecto al diseño de microrredes eléctricas, desde hace unos tres años hemos estado realizado una colaboración con un grupo de investigación de la Universidad Politécnica de Valencia, en España.
¿Qué es el laboratorio de Métodos y Simulaciones Computacionales?
El laboratorio de MySC es un laboratorio de investigación aplicada de la Facultad Regional Rafaela que utiliza herramientas matemáticas, físicas y computacionales para resolver problemas ingenieriles. Como es parte de la Universidad Tecnológica Nacional, el laboratorio tiene una doble función: la investigación original y la formación de investigadores. Los productos de nuestras investigaciones pretenden por un lado, ofrecer soluciones a empresas nacionales, a instituciones públicas o a industrias locales, y por otro, impactar positivamente en beneficio de la sociedad.
¿Cuándo se creó el laboratorio?
El laboratorio comenzó a funcionar en diciembre de 2015 cuando me incorporé como un investigador a tiempo completo de esta facultad. Desde entonces hemos mantenido un crecimiento sostenido en lo que respecta a la incorporación de nuevos investigadores y a los vínculos con otras instituciones.
¿Quiénes lo integran?
Está integrado por docentes investigadores y alumnos de los últimos años de las carreras de ingeniería de la facultad. Hay ingenieros electromecánicos, civiles e industriales, y yo que soy físico teórico. Como un dato importante que ilustra la dinámica del laboratorio, tres de los integrantes inicialmente se incorporaron como alumnos y ahora son ingenieros que fueron becados para realizar sus tesis doctorales bajo mi dirección.
¿Qué proyectos se están llevando a cabo en el laboratorio?
El laboratorio se inició con tres líneas nuevas de investigación que son las que actualmente tenemos en marcha. En una línea investigamos sobre el diseño de microrredes eléctricas con la incorporación óptima de fuentes de energía renovables. En otra estudiamos la dinámica de los flujos de partículas y la formación de atascos como los que ocurren en las tolvas o en los silos de granos. Y en una tercera línea estudiamos las redes de distribución de agua potable. En esta última buscamos diseñar estrategias para el control de la presión y la reducción de las fugas de agua que suelen ser escandalosamente altas en casi todo el mundo. Inicié estas nuevas líneas de investigación básicamente por tres razones: porque son problemas abiertos de gran impacto social, porque hay muy pocos especialistas destacados en el país, y porque requieren el uso de sofisticadas herramientas matemáticas, físicas y computacionales.
¿Qué tipo de problemas pueden resolver?
Estamos abiertos a los problemas que la sociedad nos presente. Sin embargo, soy extremadamente selectivo tanto en lo que respecta a los investigadores y estudiantes que ingresan al laboratorio como en lo que se refiere a la elección de los problemas de investigación que vamos a abordar. Estamos constantemente atentos a hacer aportes a la comunidad, y aceptamos estudiar cualquier problema nuevo que nos propongan siempre que nos interese, que implique un gran desafío intelectual pero también, claro está, que podamos afrontar con los recursos humanos que disponemos.
¿Y respecto a los recursos, cuentan con recursos económicos suficientes para investigar?
Hay que entender que el investigador viene primero y los demás recursos después. Considero que es una torpeza equipar laboratorios con tecnología de última generación sin contar con el personal capacitado para usarla. Es un despilfarro de dinero en instrumental que, más temprano que tarde, terminan acumulando polvo en algún armario hasta que alguien le encuentre alguna utilidad o aprenda a usarlo. Mi propuesta para Rafaela, por el contrario, fue adaptar la investigación a los recursos existentes antes que centrar la investigación en proyectos que requieren equipamientos costosos. Me he concentrado en formar recursos humanos para que sean capaces de realizar un trabajo de investigación intenso, original y de nivel internacional. De modo que el laboratorio no está construido a fuerza de dinero en equipamientos sino en la capacitación de sus integrantes. La inteligencia es nuestra fortaleza. Procuro estimular a los alumnos avanzados y siempre estoy interesado en incorporar a aquellos estudiantes talentosos que tengan grandes inquietudes intelectuales. Por eso es fundamental que los recién graduados tengan el acceso a becas de investigación doctoral para que puedan cumplir las tareas de investigación con dedicación exclusiva, que es una condición necesaria para hacer investigación de calidad. Y al final de sus carreras doctorales fomento a que mis estudiantes realicen una estancia de investigación en el extranjero, con la promesa de retorno al laboratorio. Dos de los tesistas ya han hecho estancias de este tipo en el extranjero.
¿Por qué el laboratorio se inició en Rafaela y no en otra ciudad con mayor tradición en investigación teniendo en cuenta que usted no nació en Rafaela?
Regresé al país en el año 2006 gracias al programa Raíces para la repatriación de científicos residentes en el extranjero. Ya conocía Rafaela, y me gustaba por ser una ciudad que mantiene una relativamente buena calidad de vida, con un clima agradable e inviernos benignos. Pero elegí esta ciudad como destino para desarrollar mis actividades de investigación porque sabía que existía una universidad con la importancia y el prestigio de la UTN -entre las primeras en el ranking nacional-, y porque en ese momento entendí que el regreso al país debía consistir en construir en algún lugar donde lo necesitara, donde tuviera la libertad de enseñar e investigar, de buscar problemas nuevos y trabajar en ellos. Y en eso estamos.